Todo comenzó con un simple juego de coqueteo. Me tomé unas fotos provocativas, disfrutando de cada pose, sabiendo exactamente lo que hacía. Sabía que esas imágenes despertaría un deseo que no podría ser ignorado. Lo que empezó como un inocente pasatiempo, se transformó en algo mucho más intenso. Con cada clic de la cámara, sentía cómo la pasión aumentaba, llevándome a una noche de lujuria y placer que jamás olvidaré. Mis fotos encendieron una chispa que rápidamente se convirtió en un fuego ardiente, y no pude resistirme a dejarme llevar.

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